viernes, 4 de julio de 2014

El amor.

                                                                              México, D.F., a 14 de octubre de 1993
El amor.


Dice el diccionario:
"Amor: Afecto; sentimiento que nos mueve a buscar el bien verdadero o imaginado y a desear su posesión".
También dice:
"Amor: Pasión; inclinación de un sexo hacia el otro".
Y también:
"Amor: Suavidad, blandura".

En ninguna parte del diccionario dice que el amor es como un bicho extraño que vive en el ambiente y que puede metérsele a uno en el organismo  casi sin darse cuenta, a través de unos ojos verdes o de unas mejillas coloradas. Y una vez que eso pasa, queda uno así, como dice la tercera definición: suave y blando. Una vez que uno adquiere el bicho, el tiempo pasa de manera diferente. Dos días parecen semana y media. Y no sólo eso, sino que empieza a comportarse como si tuviera cinco años. No se puede hablar, no se puede pensar correctamente, ni concentrarse, ni hacer la tarea de dibujo, y uno tiene que andar volándose las clases de español para hablar con los amigos de esto, porque de pronto parece que no puede hablarse de otra cosa.


Éste es un tipo raro de amor, es el que se parece a una enfermedad, porque, por ejemplo, mis papás se suponen que se sienten amor el uno por el otro, y ninguno se comporta así como si se le hubieran fundido las neuronas.

Debería, entonces, existir una vacuna contra eso, así todo sería mucho más fácil.

Sé que hay otros tipos de amor, como el de los padres y hermanos, o el que se siente por los amigos, pero Pedro y yo no estábamos discutiendo de eso cuando nos volamos la clase.

                 Sebastián Fernández
 Brozon, M.B., Historia sobre un corazón roto... y tal vez un par de colmillos, Alfaguara infantil, 1ra. ed., México D.F., 2003, pág. 91-93.




Y si lo aplicamos a mi caso mujer, solo se cambiarían los detalles de espacio-tiempo y la descripción, pero en si lo que describe es lo que me ha pasado en mi sentir.

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